Nadia Domínguez Pascuales es una investigadora colombiana que llegó hace seis años a Euskadi. El motivo de su migración fue afectivo -se casó con un vasco-, pero decidió convertir este tiempo y este cambio de escenario en una oportunidad para desarrollar su trayectoria académica. Licenciada en Derecho, Nadia homologó su carrera en la Universidad de Deusto y cursó un Master en Estudios Feministas y de Género, un posgrado que la animó a continuar. En la actualidad, está haciendo un doctorado en Derecho e Inclusión Social en la Universidad de Navarra. ¿El tema de su tesis?: la presencia de mujeres con diversidad funcional física en el ámbito político.
Lo eligió porque le toca de cerca. «Mi padre dedicó toda su vida a la política y yo soy una mujer con diversidad funcional física. Ninguna investigación es neutra; influye mucho la historia personal», expone. Motivada por esas dos fuerzas, Nadia se propuso una tarea ardua y, por momentos, titánica: averiguar qué representación política han tenido en España las personas con discapacidad física desde la instauración de la democracia hasta hoy. «Mi finalidad era indagar en los parlamentos autonómicos, en el Congreso y en el Senado hasta conocer las cifras. Quería desglosar los datos por género y por comunidades autónomas», explica.
Y pregunta: «¿Sabes cuántos hombres y mujeres con diversidad funcional física han tenido presencia en los parlamentos autonómicos desde la implementación del sistema democrático? Solo treinta y tres. A lo largo de cuarenta años, apenas ha habido veintisiete hombres y seis mujeres. Los datos son preocupantes y decepcionantes porque evidencian que algo está mal», valora. Sin embargo, no son los números lo que más le inquieta, sino la dificultad que ha tenido para conseguirlos y las actitudes con las que se ha topado mientras realizaba su investigación.
«En la mayoría de las instituciones me decían que no tenían esos datos desglosados, que no habían pensado nunca en eso. Yo sabía que mi tema era novedoso, pero nunca imaginé que sería tan difícil reunir la información. Menos aún, que encontraría tantísimas dificultades para abordar el aspecto cualitativo», reconoce. Y es que un punto fundamental de su trabajo pasa por entrevistar a esos representantes políticos con diversidad funcional física; algo que, salvo contadas excepciones, no ha conseguido. «Hablar con ellos es indispensable para conocer el tema en profundidad y poder desarrollar acciones que fomenten una adecuada representación de las personas con este perfil, en especial, de las mujeres».
Barreras inesperadas
Lejos aún de acabar su tesis, Nadia extrae otras ‘tristes’ conclusiones: «La clase política no tiene un contacto verdadero con la ciudadanía. Y en este asunto, lamentablemente, tampoco. En lugar de valorar la importancia social de un estudio de estas características, de colaborar con el trabajo de campo, lo que muestran los políticos es indiferencia. No tienen tiempo, no responden... Te dejan claro que no hay verdadero interés. Las mujeres con diversidad funcional física somos objeto de una doble discriminación, es algo muy serio, pero la respuesta es escasa. Para ser sincera, me siento como mendigando tiempo y atención».
Nadia incluye a todas las formaciones políticas bajo el paraguas de la indiferencia, «incluso aquellas que más se han esforzado por darle visibilidad a este tema. Por poner un ejemplo, escribí hace unos meses a Podemos, para hablar con Pablo Echenique, y su secretaria me dijo que estaba muy ocupado con las elecciones y que volviera a intentarlo más adelante. Yo pedía media hora de su tiempo, ¿eh? No pedía mucho más. Me quedé muy sorprendida y disgustada con esa respuesta. Deja mucho que desear, teniendo en cuenta su estilo y su foco de representación», señala.
La paradoja de su investigación es que, en la búsqueda de ciertas barreras, se ha topado con otras que no esperaba. «Los obstáculos con los que me he encontrado son decepcionantes, pero sigo avanzando. Una vez, un profesor me dijo que quienes hacemos tesis doctorales pretendemos cambiar el mundo, el continente, el país o el barrio. Y yo le contesté que no. No pretendo cambiar el mundo. Mi objetivo es visibilizar un tema olvidado por la sociedad, colocarlo en la agenda, hablar de esto y mostrar que existe. Las mujeres con diversidad funcional física estamos infrarrepresentadas en el ámbito político, somos víctimas de estereotipos y prejuicios que nos lastran. Falta mucho por hacer en el campo feminista, político y de la diversidad. El primer paso es hablar. El silencio también discrimina».
Fuente: http://www.elcorreo.com/bizkaia/sociedad/201602/08/silencio-tambien-discrimina-20160207223312.html
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